“¿Cómo se hace una pequeña fortuna?”
“Heredando una gran fortuna y gastándola poco a poco.”
Esta es una broma común entre mis antiguos colegas en el área de Planificación de Sucesión. Vivimos en una cultura en la cual las posesiones materiales son importantes, y el asunto de dejar una herencia a los hijos de uno es digno de consideración. Tan así es, que existe toda una industria para ayudarle a las personas a planificar el bienestar financiero de sus hijos.
Pero este no es sólo un fenómeno del capitalismo occidental. Si vamos atrás en la historia de la humanidad, incluso tanto como 7.000 años, encontramos una preocupación por heredad en los primeros registros de la civilización humana. En la Biblia leemos que “El hombre de bien deja herencia a sus nietos” (Proverbios 13:22). Más aún, Dios mismo le está proporcionando una herencia a su hijo: ¡nosotros! (ver Efesios 1:18). Con esto estoy queriendo decir que el asunto de la herencia no es algo de tomar a la ligera.
Sin embargo, soy consciente de que vivimos en un mundo de recursos limitados y escasez; y que hay muchas personas que no tienen el privilegio de recibir una gran herencia de parte de sus padres. Algunos tienen padres buenos, con buenas intenciones, pero con pocos recursos. Otros, trágicamente, tienen padres negligentes. Cualquiera que sea el caso, la falta de una herencia puede ser una causa de heridas del alma. Muchas personas acarrean cicatrices de rechazo o decepción porque sus padres no pudieron dejarles una herencia.
En Génesis 37 vemos una de estas historias. Es donde Jacob engaña a su hermano y le quita la primogenitura y además la bendición de su padre. Puede uno oír el dolor en la voz de Esaú cuando “lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:
—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! . . . ¿No te queda ninguna bendición para mí?” (vv. 34, 36).
Isaac sólo tenían una bendición para dar. Esaú no sólo perdió su herencia material; sin también la herencia espiritual también. ¡Qué desdicha!
Cuando estaba leyendo esa historia, sentí que el Espíritu Santo me decía: “A veces te sientes como Esaú, pensando que tu Padre tiene una sola bendición para dar. ¡Pero Dios no es así! En Él no hay escasez. Él se deleita en dar, y se deleita en bendecir a todos sus hijos. Confía en Él. Nunca te va a faltar lo que necesitas.”
Mi deseo es animarte con estas palabras. Si eres hijo de Dios, eres coheredero con Cristo (Romanos 8:17). Tienes una herencia significativa, y nunca te faltará lo que necesites. Los recursos de Dios son ilimitados. Mientras estés poniendo tu confianza en fuentes naturales, podrás ser decepcionado. Tus padres terrenales te pueden fallar; pero tu Padre celestial no. Él es el Buen Padre, y puedes confiar en Él. En Dios tienes una herencia segura.
Dra. Chiqui Polo-Wood | Todos los derechos reservados 2016